El hallazgo se produjo tras una alerta de los vecinos, quienes, alarmados por un fuerte y persistente hedor proveniente del interior de la vivienda, contactaron a las autoridades. Según relató una residente, inicialmente pensó que el olor era pasajero, pero a medida que la situación empeoró durante la tarde, su hijo confirmó que el olor provenía de la casa de la víctima, lo que desató la alarma.
Al ingresar a la propiedad, los agentes de la Policía Nacional encontraron el cuerpo de la mujer con claras evidencias de haber sufrido violencia física, incluyendo heridas de arma blanca y golpes contusos. La víctima, conocida por su carácter amable y su rutina diaria, era una vecina respetada que se levantaba cada mañana para barrer frente a su casa. A pesar de haber atravesado dificultades personales, incluyendo una etapa de depresión, había logrado sobreponerse y retomar su vida con determinación.
La principal sospecha en torno al crimen recae sobre Fernando Alberto Nolasco Patricio, hijo de la víctima, quien a sus 46 años presenta antecedentes de consumo de sustancias ilícitas. Los residentes del barrio informaron que él desapareció poco después del hallazgo del cadáver, lo que ha llevado a las autoridades a iniciar su búsqueda. El Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) se encargó de realizar los estudios correspondientes al cuerpo.
Mientras tanto, el perro y las gallinas de la víctima siguen en la marquesina, como si aguardaran su regreso, lo que ha dejado a los vecinos consternados. La comunidad aún se pregunta qué pudo haber llevado a esta mujer a un final tan trágico y doloroso.