Al menos siete cristianos murieron y otros catorce resultaron heridos al ser tiroteado el autobús en el que viajaban al monasterio de San Samuel el Confesor, en la provincia de Minia, a unos 200 kilómetros al sur de El Cairo.
Hombres armados emboscaron al vehículo y abrieron fuego de forma indiscriminada antes de darse a la fuga en esta zona desértica. Las autoridades pusieron en marcha de forma inmediata una operación jaula para tratar de dar con ellos y el presidente, Abdelfatá al Sisi, expresó en un mensaje en su cuenta en la red social Facebook su «profundo pesar» por lo sucedido. Al Sisi no escatimará «esfuerzos para combatir el escuro terrorismo y detener a los culpables», según dijo. Palabras que no sirvieron de consuelo para los coptos.
Esta vez fueron siete muertos, en mayo de 2017 fueron 28, pero el modelo de ataque fue similar, lo que avivó aún más la ira de una minoría religiosa que representa al 9% de la población de un país con 80 millones de personas, en el que la religión mayoritaria es la rama suní del islam. El Daesh amenazó en mayo de 2017 con «multiplicar» los ataques contra los coptos y en cuanto ha tenido la oportunidad, ha cumplido su amenaza.
(Fuente: euronews)